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La extremeña que viste a las amazonas

Irene Morillo Machón Diseñadora de moda ecuestre

 

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Irene Morillo tiene 23 años y vive -y además bien- de lo que más le gusta: vestir a las mujeres que montan a la amazona. Esto, que parece cosa de otro tiempo, tiene mercado y la extremeña ha sabido verlo. Vende a amazonas holandesas, alemanas, madrileñas, andaluzas, y sobre todo extremeñas, rendidas a un estilo que recuerda al de la aristocracia europea del siglo XIX.

Descubrió que quería dedicarse a la moda ecuestre con 15 años. Con esa edad fue la primera vez que montó a la amazona, es decir, de lado sobre una silla que lleva dos cornetas para apoyar las piernas. Esta manera de montar le abrió las puertas a una forma de vestir encima del caballo -dice- mucho más femenina. «Me fascinó y desde ese día tuve claro que lo que quería hacer era ropa para amazonas».

ALGUNOS DATOS

Biográficos
Nació en Castuera. Sus abuelos criaban ganado merino y sus padres, caballos de pura raza española. Vive en la finca Las Cumbres -el nombre de su yeguada- donde se crían los caballos y ella tiene su taller de moda.
Formación
Estudió tres años diseño de moda y patronaje industrial en Sevilla.
Pasiones
La costura y los caballos, y de ello ha hecho su forma de vida, la moda ecuestre.

Con este flechazo adolescente, Morillo aúna dos tradiciones familiares. La de su madre y su abuela -cuya foto preside el taller donde dibuja y confecciona sus prendas-, a las que ha visto coser toda la vida en su casa. «Mi madre, cuando era joven, sacaba ropa nueva todos los fines de semana que diseñaba y hacía ella con ayuda de mi abuela», recuerda. Ahora, es su madre la que le echa una mano a ella en su taller.

Que haya decidido concentrar su talento en el sector de la moda ecuestre viene determinado porque la castuerana ha nacido entre caballos. Su familia está al frente de la yeguada Las Cumbres, dedicada a la cría de pura raza española y el ganado merino. De hecho, ella vive en la finca de Castuera donde tienen el ganado y allí también ha puesto su taller. «Salgo al patio de mi casa y hay cuarenta cuadras con caballos», ilustra.

Hace dos años terminó sus estudios de diseño de moda y patronaje industrial en una escuela sevillana. Aunque antes de eso, ya se sentaba delante de la máquina de coser a dar forma a sus creaciones. «Cuando estudiaba en Sevilla me venía todos los fines de semana a mi casa para seguir trabajando».

Ponerse a coser y tener encargos llegaron casi a la vez. Morillo tiene el mejor escaparte, su propia finca. «Tengo la ventaja de que los clientes vienen a mi casa a comprar caballos y aprovecho para enseñarles mis trabajos».

Su otro canal de venta han sido las redes sociales, que le han abierto las puertas del mercado mundial. «Me hacen pedidos de Holanda o Alemania, mujeres que conocen mi trabajo por Internet y que adoran la moda española», cuenta.

Aún no ha tenido tiempo para sacar una colección completa, lo que va haciendo son prendas sueltas. Lo anhela, pero el tiempo no le da porque es ella quien se encarga del proceso creativo, de la confección y hasta de las ventas.

La clave del éxito de su diseño y por la que se le reconoce es el estilo vintage, que recuerdan a las amazonas de la aristocracia europea -sobre todo la inglesa- del siglo XIX. Su musa -confiesa- es la emperatriz Sissí, icono de la moda en general y de la ecuestre en particular. Paradigma de elegancia y feminidad, eso es precisamente lo que busca la extremeña en sus diseños de moda para montar a caballo.

«Fusiono una línea muy femenina con los trajes de época, que me fascinan. Son prendas entalladas, con muchos cortes y volantes para dar forma a las caderas», detalla.

El uniforme de amazonas es básicamente una falda larga, chaquetilla y chaleco. A los requisitos de comodidad y resistencia, ella le aporta la elegancia de otros tiempos, que como la moda misma, ha vuelto para imponerse encima del caballo.

La extremeña hace ropa para paseo (mucha para romerías) y también para competición. La única diferencia es que en este último caso, la falda larga está abierta atrás por seguridad (para evitar que se enganche en el caso de caída). También para hombres, aunque reconoce que casi toda su clientela son mujeres, aunque ahora «se lleva mucho que el chico y la chica vayan con el chalequillo a juego».

Sus prendas también son codiciadas fuera del mundo del caballo, lo que hace que ensanche más las posibilidades de su negocio. «He vendido camisas de corte ecuestre para mujeres que se las ponen para salir a la calle a diario».

La moda ecuestre tiene sus propios códigos y materiales. Las telas que se emplean son nobles: sedas, terciopelos, linos y lanas. Eso y el hecho de que las prendas las confecciona a mano, hace que sus diseños sean caros. «Por ejemplo, mi última vestimenta la he estrenado en la romería de San Isidro. Llevaba chaquetilla y chaleco de terciopelo de seda con ribetes negros y falda a juego. El conjunto puede costar unos 500 euros».

En su cabeza hay muchos planes para que su trabajo siga creciendo. Quiere ampliar su taller, abrir una pequeña tienda física en su finca y también tener comercio 'on line'. Con su hermano, trabaja en la expansión internacional de su marca, organizando la presencia conjunta en ferias con los caballos de su familia y su ropa.

No piensa moverse de Castuera. «No merece la pena que me vaya de aquí. Hoy día con Internet y las redes sociales, si te lo propones puedes vender en cualquier parte del mundo».